De que hablan las mujeres?

De qué hablan las mujeres……
Por Sandra Perez Celiz
Sabido es que las mujeres hablamos más, y contamos más. Damos
datos, detalles, comparamos, aconsejamos. Un café con amigas puede
comenzar con una receta de cocina y terminar con la confabulación para
una venganza épica.
Las reinas de las catarsis. Lo mismo si una está en horas bajas, o la otra
se ha echado novio o amante, el asunto es compartir lo que sentimos en
una danza cómplice de alegrías o penas mezcladas con sarcasmo.
Emotivas, apocalípticas… estar cerca de una mesa de mujeres y tener
buen oído puede ser la diferencia entre una tarde aburrida o una
extraordinaria.
Y es que nosotras compartimos con las amigas todos los aspectos de
nuestras vidas, lo afectivo, lo sexual, el día a día, ser madre, ser hija…
ser mujer. Y allí la gran diferencia con las conversaciones de los
hombres, que comparten sólo aquello que les hace felices, en un aquí y
ahora, y en una superficialidad que no compromete…
“… y dije, bueno, porqué no llamar… y lo hice: luego de hacerme esperar
en línea bastante, porque claro, a más tiempo más dinero, cuando por fin
me hacen caso, pido la tarifa, y me dicen que un acompañante a mi
gusto serían unos 300 dólares por hora, en mi casa o donde quiera…
Pero qué me dices, eso es carísimo! Pues sí, y con semejante precio me
quedaré con las ganas… a lo que otra propone: ¿Y una tarifa por
cantidad? Claro, y si nos apuntamos las tres, quizás sea mejor precio..
todo sea por ahorrar…!“ (Divorciadas, mediana edad, cena en
restaurante)
Contamos de una cita, preliminares, lo que teníamos puesto, la habilidad
o destreza del compañero… dependiendo de la confianza y la edad, toda
información se agradece y se celebra en un desorden de preguntas y
risas, con paréntesis y aclaraciones, o reservamos información para
luego volver y explayarnos…
“…. me pregunta qué edad tengo… y no sé por qué le digo que 5
años menos… ya lo sé es tontería, pensé que no pasaríamos de charlar…
la cuestión es que bailamos, charlamos, una cosa llevó a la otra…,
acabamos en casa… bueno… Y? Eso, un libro aparte, todo estupendo,
pero déjame seguir, por la mañana tocan el timbre, venía el pedido el
supermercado, atiendo, doy mi DNI, descargan… pero dejo el
documento a la vista.. él lo ve y se empieza a reír y cada vez con más
ganas… qué vergüenza, yo buscando las palabras para justificarme y él
se me adelanta diciendo que él también había mentido en la edad, quería
impresionarme… y se había agregado 5…” ( solteras treintañeras, bar,
mediodía)
Contamos nuestras debilidades y nuestros miedos, está permitido no ser
perfectas, enamorarnos y no ser correspondidas, sentirnos solas o
demasiado acompañadas, extrañar y odiar. El trabajo, la casa, la familia,
con sus venturas y sus desventuras, nos hermanan en los padecimientos
y en las victorias…
”… ¿Y cómo conoces un lugar así? Buscábamos algo nuevo, lo vimos
por internet, y quisimos ver qué tal era… ¿Y? Sólo puedes entrar en
parejas, luego allí si da te relacionas con otras o no. Es como una
discoteca, con zona de barra para charlar, una zona más privada para
entrar en tema, y ya abajo directamente es el jacuzzi y una gran cama
continua que era como Sodoma y Gomorra, con los mozos que iban y
venían con bebidas, preservativos… todo muy eficiente… ¿y qué más?
Bueno, en realidad poco más recuerdo, tomé unos tragos fuertísimos,
sólo estuve con mi marido, pero fue extraordinario!“ (mediana edad,
café por la mañana)
Sex and the City no inventó nada, solo lo mostró por fin, poniendo caras
y gestos al universo femenino y lo convirtió en una serie de culto, donde
todas nos sentimos identificadas emocionándonos hasta las lágrimas, y
riéndonos hasta las lágrimas.
Mujeres y amigas, un honor contar con nosotras en las malas, una fiesta
de la vida contar con nosotras en las buenas…
¿Hace un café…?
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