Historias del mar

Éramos 45 tripulantes y la guerra por las Malvinas había cambiado por completo la fiscalización de esas aguas, ahora en poder de la marina inglesa, la cual mostraba su presencia con incursión de helicópteros Sea King en vuelos sobre nuestra cubierta a busca vaya a saber que
“Navegar es preciso” Esa famosa frase era para mi fundamental en todo sentido, desde mi parte financiera hasta en lo personal Tenia apenas 22 años y estaba navegando el Atlántico Sur en un barco pesquero de 90 mts. bautizado con el nombre de API II. Éramos 45 tripulantes y la guerra por las Malvinas había cambiado por completo la fiscalización de esas aguas, ahora en poder de la marina inglesa, la cual mostraba su presencia con incursión de helicópteros Sea King en vuelos sobre nuestra cubierta a busca vaya a saber que, mas sospechábamos que era la famosa manera rusa de espiar la flota americana a través de barcos espías disfrazados de pesqueros que ponía a los ingleses tan nerviosos.
Motivos políticos aparte, nuestra mayor frustración se debía a que la mejor zona de pesca había quedado dentro de la zona de exclusión que la Marina de su majestad estaba dispuesta a cuidar, impidiendo a cualquier barco con bandera argentina ingresar, siendo precisamente nuestro caso. Estábamos concentrados en la captura del abadejo y la suerte no nos acompañaba, sumado que barcos de diferentes partes del mundo vinieron a navegar por estas latitudes debido a la gran cantidad de permisos de pesca que el gobierno de las islas estaba entregando.
Todos sabemos que los ingleses siempre fueron excelentes piratas y generosos con las cosas que no les pertenecen. En pocas palabras la marea no iba ser de las mejores, aunque contábamos con un barco excelente para la época y muy moderno, con una tripulación compuesta de españoles y argentinos con mucha experiencia y un capitán de pesca famoso por su buena suerte. Los primeros días fueron bien calmos, con poca pesca y buen tiempo, siendo los vuelos ingleses la única cosa que quebraba nuestra rutina. Pero todo aquel que navego abajo del paralelo 40 sabe que las cosas cambian en minutos. Aquella mañana desayune y salí a la cubierta para fumar cuando percibí que las gaviotas que nos acompañaban durante semanas habían desaparecido. Mala señal que no tardo en manifestarse con la llegada de un frente frio con un mar grueso que hacia tiempo que no se veía en esa época del año.
Lo que empezó con un mar picado en un par de horas se transformo en la peor tormenta que muchos de nosotros ni imaginábamos que pudiera existir. Éramos decenas de pesqueros atrapados por el mal tiempo en una región del planeta donde dos armadas acababan de enfrentarse en una guerra.
En pocas palabras estábamos abandonados a nuestra propia suerte y rezando que todo funcione ya que cualquier desperfecto se podría transformar en la peor de las pesadillas. Las primeras horas fueron difíciles pero al caer la noche la cosa empeoro.
Me toco mi turno de timón y un reflector que iluminaba la cubierta de proa también daba luz sobre las paredes de agua que se nos venían encima dando un juego de luz y sombras realmente terrorífico. Lo que supuestamente eran 2 horas de timón se transformaron en toda una noche ya que la mitad de la tripulación estaba totalmente descompuesta debido al rolido del barco. Por la radio escuchábamos pedidos de auxilio y reporters de hombre al agua que nadie podía atender debido a la gravedad de la situación. Capeando la tormenta cruzamos la zona de exclusión inglesa sin ser molestados ya que ellos estarían también en serios problemas o imposibilitados de levantar vuelo o dejar el puerto.
Al amanecer lo peor ya había pasado y cerca del mediodía estábamos en la mas pacifica de las calmas. Colaboramos en la búsqueda de un marinero español que había caído de otro navío por 12 hrs. Y volvimos a nuestra actividad normal mas con un sabor diferente, el de aquel que descubre por primera vez lo pequeño que somos en la naturaleza. El viaje demoro 73 días de agua y volvimos con las bodegas llenas de pescado. La suerte al fin nos había acompañado.
EL FIN DEL API II
El barco que P.B. relata su testimonio tuvo su fin en Junio del 2001 cuando en pleno alto mar se desato un incendio matando a 7 de sus tripulantes que quedaron atrapados en una cubierta inferior cerrada por orden del capitán para salvar el resto del navío. Fue remolcado a puerto y después de las pericias fue remodelado 24 meses después del fatídico accidente. Actualmente navega bajo otro nombre
by admin
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