Viajando acompañado

Compañeros de viaje
Por Sandra Perez Celiz
Esperar la visita de un amigo o familiar, hospedarlo en casa,
hacer que se sienta cómodo y le guste donde vivimos crea una
expectación maravillosa y un tanto estresante… pero bella
expectación al fin. Acondicionar su lugar, hacer espacio, buscar
colores y sabores… imaginar sus reacciones… y disfrutar el
proceso.
En estos días ando así, con visita, anticipándome a cada
pregunta, viendo a través de sus ojos el lugar donde vivo, las
costumbres de las gentes de este lado del mundo…
Los primeros días fueron de adaptación: jet lag, comidas,
prioridades. Hicimos un viaje corto a distintas playas, y como
dicen en mi tierra, nos anduvimos “desconociendo” un poco, es
decir, “nos tiramos los trastos a la cabeza” porque si bien hay
muchísimo cariño, jamás convivimos, y menos en viaje…
Anoche nos quedamos hasta muy tarde trazando un plan de
escapada esta vez un recorrido cultural… y en un par de horas
salimos a la aventura de viajar en compañía, de convivir
itinerantemente, y esto me hace plantearme una cuestión nada
banal a esta altura del asunto, con vuelos comprados y la
maquinaria a punto de echar a andar, y es cómo saber si tengo
un buen compañero de viaje.
“Nuestro destino nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver
las cosas”. – Henry Miller
Tener algo en común.
Si, puedes querer con “patas y todo” a tu compañero de
andanzas, pero si no comparten los mismos gustos o intereses
para el viaje, será un desencuentro continuo algo así como el
típico amante del sol y de la playa asociado al entusiasta de los
museos y el safari de ciudad… no va.
Mismo ritmo.
Dormilón y super activo se la pasarán tirando uno del otro, por lo
que las discusiones están aseguradas y se perderán las mejores
horas para hacer o conocer cosas nuevas juntos…
Mismo presupuesto.
Fundamental… importante como el destino y el recorrido es el
mapa económico del viaje, no es cuestión de que uno tire la casa
por la ventana en cada comida mientras el otro hace una huelga
de frutas y frutos secos…
Respeto, paciencia y humor…
Lo que nos hará respirar a fondo antes de soltar una barbaridad
que arruine un viaje y una amistad… lo que nos haga pensar en
lo que el otro espera también del viaje y ser generosos con ello, y
el humor que puede volver la situación más desventajosa en una
tremenda carcajada toda vez que recordemos el incidente…
Respetar también el sueño y la comida, porque desatendiendo
cualquiera de las dos tenemos dos bombas de relojería a punto
de interactuar explosivamente.
Comunicación.
“Al pan pan y al vino vino”. Decir cuando algo disgusta o no
interesa realmente es un código de viajeros nivel experto: no
perder tiempo ni disgustarse con cosas que se pueden evitar
desde la claridad en la comunicación.
Mi visita y compañera de viaje duerme plácidamente mientras
escribo estas líneas… a ver si voy a ser yo la que ande con los
cables pelados o los patos volados, como dice una amiga. He
descubierto que en ciertas situaciones de stress me da la risa
floja, de esa que es persistente hasta volverse indefectiblemente
llanto… como la que me dio cuando ella equivocó el tipo de
gasolina que se debía cargar en el coche que alquilamos días
atrás… sacando foto para el Facebook, para el chat del
wassap… y la estábamos fastidiando sonoramente: los pocos
kilómetros el cochesito nos dejaba tiradas… y yo con la risita,
tratando de que no se volviera llanto en el peor momento.
Querida prima, espero que la próxima aventura nos una más, a
pesar de las discusiones, de los desencuentros porque aunque
somos muy parecidas, somos muy distintas, un contrasentido de
esos a los que estamos tan acostumbradas, nos definen y nos
hacen familia y amigas.
“Nadie se da cuenta de lo hermoso que es viajar hasta que
vuelve a casa y descansa sobre su almohada vieja y conocida”. –
Lin Yutang
Aquí, con el teclado, brindo por los viajes y los viajeros, por lo
que aprendemos del otro y de nosotros mismos, por la alegría del
comienzo de una nueva aventura!!
Y tú, a dónde y con quién vas a viajar?
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